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Cómo controlar los nervios

Querer controlar los nervios es una reacción natural cuando enfrentamos situaciones de estrés, conflictos actividades que no están saliendo como esperábamos. Reconocer estos momentos es el primer paso para gestionarlos de manera saludable y evitar reacciones impulsivas como gritar, discutir o actuar de manera agresiva. A continuación encontrarás estrategias para mantener la calma cuando sientas que los nervios están ganando terreno.

Identificar los nervios

Primero de todo es importante identificar las señales físicas y emocionales de los nervios. Parece una cosa menor, pero para poner solución a un problema es necesario saber cuándo se empieza a ocasionar este problema. Estas señales pueden incluir:

 

· Sensación de calor en el estómago, pecho o cabeza.

· Respiración acelerada.

· Tensión muscular o sensación de inquietud.

· Pensamientos acelerados o ganas de reaccionar impulsivamente (dar golpes).

 

Reconocer estos síntomas es crucial para detener la escalada de emociones y tomar medidas preventivas, además nos hará conscientes de cuándo empieza a descontrolarse todo.

Aprendiendo a controlar los nervios

Una vez hayamos aprendido a identificar cuándo nos empiezan a sobrepasar los nervios podemos iniciar una pauta para controlarlos y convertir la emoción en comunicación.

 

Paso 1: Alejarse de la situación

Cuando notes que estás comenzando a perder el control, intenta apartarte del lugar  que está provocando esta reacción. Si estás en una conversación o discusión con otra persona, comunícalo de manera calmada:

 

Ejemplo de comunicación: "Me estoy sintiendo un poco nervioso/a, necesito calmarme. Me voy a leer un rato y volvemos a hablar en unos minutos."

 

Si no puedes expresar esto, otra persona puede ayudarte a identificar el momento adecuado para tomar un descanso:

 

Ejemplo de apoyo externo: "Parece que te estás agitando, ¿por qué no nos relajamos un poco y luego seguimos hablando?"

 

Paso 2: realizar actividades de relajación

Después de alejarte de la situación que ha provocado el descontrol, dedica entre 3 y 5 minutos a realizar una actividad que te ayude a recuperar la calma. Algunas opciones efectivas incluyen:

  • Ejercicios de respiración profunda: Inhala lentamente por la nariz, cuenta hasta cuatro, mantén el aire por un par de segundos y exhala suavemente.
  • Escuchar música relajante: Puedes elegir melodías que te transmitan tranquilidad.
  • Actividades manuales: Dibujar, escribir, colorear o realizar tareas que requieran concentración pueden ayudarte a distraerte.
  • Mindfulness: Centrar tus sentidos y pensamientos en lo que está ocurriendo “aquí y ahora” puede ser efectivo para parar los pensamientos recurrentes.
  • Moverte: Un breve paseo o estiramientos también pueden ser efectivos para liberar tensión.

Paso 3: retomar la situación desde la calma

Una vez que te hayas calmado un poco, regresa a la actividad o situación que habías dejado. Si se trata de una discusión, procura hablar desde la calma y enfocarte en tus sentimientos, evitando juzgar o culpar a la otra persona:

 

Ejemplo: "Me sentí frustrado porque la situación no estaba avanzando como esperaba. Quisiera encontrar una solución que funcione para ambos."

 

Es importante que ambas partes puedan expresar sus emociones sin juzgarse mutuamente. Este enfoque promueve la resolución de conflictos de manera saludable y constructiva.

Hablar con asertividad para resolver conflictos

Hablar con asertividad es una herramienta clave para manejar los conflictos de manera respetuosa y efectiva. Puedes probar con las siguientes pautas:

 

· Describir lo que ha sucedido: Explica los hechos de manera objetiva, sin exageraciones ni juicios de valor. Por ejemplo: "Cuando estabas usando el teléfono mientras hablábamos, me sentí ignorado/a."


· Compartir cómo te has sentido: Usa frases en primera persona para expresar tus emociones. Por ejemplo: "Me sentí frustrado porque sentí que no estaba siendo escuchado/a."


· Validar las emociones de la otra persona: Reconoce los sentimientos de la otra parte, aunque no coincidas con su punto de vista. Por ejemplo: "Entiendo que quizá estabas ocupado/a con algo importante."


· Centrarse en soluciones: En lugar de quedarse en el problema, propón ideas para resolverlo de manera conjunta. Por ejemplo: "¿Qué te parece si dejamos los teléfonos a un lado mientras hablamos para evitar no sentirnos escuchados/as?"

 

Este enfoque no solo ayuda a resolver conflictos de manera efectiva, sino que también fortalece las relaciones al promover la comprensión mutua.

Consejos finales

Manejar los nervios de manera efectiva no solo mejora tu bienestar emocional, sino que también fortalece tus relaciones personales. Practicar estas estrategias de forma constante te permitirá responder con más calma y claridad ante situaciones desafiantes.

Recuerda: reconocer tus emociones y tomar medidas para gestionarlas es una muestra de fortaleza y autocuidado.


Enlaces de interés

- Artículo: Técnicas y estrategias de relajación

- Artículo: ¿Cómo afrontar la ansiedad?

- Artículo: El tratamiento psicológico para el estrés

- Puedes descargar el artículo pulsando aquí.

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